Por Andrea Mejia Fajardo - cofundadora de 7191
Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, comentó que es hora de “pensar en una nueva economía inclusiva y sostenible". La alta comisionada enfatizó en cómo la pandemia del covid-19 puso en evidencia las desigualdades sociales y económicas.
El estilo de vida actual exige una desaforada explotación de recursos naturales: 1,75 veces más rápido que su capacidad regenerativa, poniendo en riesgo la sostenibilidad del planeta.
Los impactos sociales y ambientales generados por la alta demanda de recursos naturales en los diferentes modelos económicos, en especial por la forma de consumo impulsada por el capitalismo, evidencian la necesidad de un cambio.
Pero no se trata de eliminar el capitalismo. Este ha logrado reducir los índices de pobreza, y en Asia, la producción de prendas a bajo costo impulsó la generación de empleo al tiempo que posibilitó lo que algunos han llamado la democratización de la moda.
El capitalismo incluso ha demostrado tener la capacidad de transformar algunas empresas al exigirles reflexionar cómo ajustar sus modelos de negocio para generar un desarrollo económico en torno a la sostenibilidad. No necesariamente representa una barrera para el alcance del desarrollo sostenible, pero sí requiere una transformación, entre otros, para incentivar la economía circular, aceptar las limitaciones de la tierra como sistema biofísico y promover el respeto por todos los seres humanos.
La responsabilidad de las marcas de moda
Las empresas son actores clave en la evolución hacia una economía inclusiva y sustentable, al ser generadoras de empleo y de desarrollo social y económico.
La economía circular busca desalentar ese lado salvaje del capitalismo basado en competencia, aceptación de la ganancia asimétrica y desmotivador de la colaboración, para, al contrario, invitar a la generación de proyectos de simbiosis industrial, en los que el conocimiento se pueda compartir, como lo explica Juana Camacho, PhD. experta en economía circular.
El sector privado está en la capacidad de eliminar modelos de negocios basados en una economía lineal, y, por medio de un esfuerzo colectivo de innovación, buscar alternativas sostenibles a procesos de producción, abriendo enormes posibilidades de mercado.
Además, los Estados necesitan el apoyo y compromiso del sector privado para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En 7191, ponemos especial énfasis en ODS12 —producción y consumo responsable—. El fast fashion transformó los hábitos de consumo al crear un consumidor que prefiere productos de bajo precio sacrificando calidad por cantidad y novedad. Debemos cambiar hacia un modelo donde optemos por calidad y no cantidad.
La moda es parte del cambio
El crecimiento acelerado del sector moda en las últimas décadas, impulsado por el deseo de compra de prendas desechables, ha promovido una manufactura insostenible a futuro.
Se calcula que el sector moda confecciona entre 80.000 y 150.000 millones de prendas de vestir al año. Con un crecimiento estimado en 81% para el 2030, según la Global Fashion Agenda, y una proyección del incremento de las emisiones de efecto invernadero en más del 50% para el mismo año, ¿cómo puede el sector aportar al cumplimiento del Acuerdo de París y evitar una catástrofe para el planeta y quienes lo habitan?
Tim Jackson, profesor de la Universidad de Surrey en Inglaterra y autor del libro Prosperity Without Growth, cree que la única opción es cuestionar el crecimiento: “la eficiencia no se puede buscar en función de mayores volúmenes de producción”.
Nuestro sector ha demostrado a lo largo de la historia ser ejemplo de innovación para superar desafíos y encontrar de nuevo su camino, y la pandemia nos ha dado a empresarios y diseñadores la oportunidad de repensar nuestras prioridades.
En el 2020, algunos diseñadores comenzaron a aplicar lo propuesto por Jackson. Vivianne Westwood bajó su ready to wear en un 37%, la producción de carteras en 55% y de calzado en 58%. Christopher Di Pietro, director de la marca, dice: “podemos vender menos, pero vender mejor, y aún tener rentabilidad”.
Esta realidad de producir menos cuestiona el sistema capitalista construido bajo el concepto de crecimiento ilimitado. ¿Se le puede exigir a la industria producir menos y al tiempo repensar el capitalismo? Para Céline Semaan, fundadora de Slow Factory, es simplemente irracional continuar con la explotación actual de los recursos naturales.
Para nosotros en 7191, como emprendedores emergentes, no es tarea fácil priorizar la sostenibilidad ambiental y social, en especial en un mercado donde aún son pocas las personas que realmente entienden que las prendas con un menor impacto ambiental y social, se traduce en un precio más alto. Pero en 7191 seguimos convencidos de que es el camino correcto, debemos pensar en cómo aportar bienestar a las personas y al Planeta por medio de cada una de nuestras creaciones.