La Cabaña del tío Tom en el siglo XXI

La Cabaña del tío Tom en el siglo XXI

Por Andrea Mejia Fajardo - cofundadora de 7191

Al finalizar la guerra civil entre los Estados del sur, a favor de la esclavitud para trabajar en las plantaciones de algodón, y los Estados del norte, a favor de la libertad, se firmó en 1865 la 13 Amendment dando por finalizada la esclavitud en Estados Unidos.

En 1942, la declaración de los Derechos Humanos ratificó a nivel internacional dicha prohibición, pero el Global Slavery Index denunció en el 2016, que alrededor de 45.8 millones de personas viven bajo alguna forma de esclavitud moderna, más del 50% concentrados en cinco países productores de algodón: India, China, Pakistán, Bangladés y Uzbekistán.

Denuncias en Uzbekistán y Turkmenistán

Más de medio millón de estudiantes y profesionales en Uzbekistán, y miles en Turkmenistán, son obligados por los gobiernos a abandonar sus puestos de trabajo o de estudio para participar de la cosecha de algodón, acciones documentadas por el Uzbek-German Forum for Human Rights (UGF) en Uzbekistán.

Gracias a la presión internacional, se logró una disminución en el trabajo infantil en el 2014 y, según Bennett Freeman, cofundador de Cotton Campaign, en el 2017 hubo un avance cuando el presidente de Uzbekistán admitió públicamente el empleo de trabajo forzado masivo y se comprometió en finalizar dicha práctica. Pero en el 2018, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) informó que 170.000 personas habían sido obligadas a trabajar en los cultivos.

Las economías de ambos países están basadas, en parte, en el trabajo forzado, y el oro blanco enriquece solo a políticos y elites. El Estado, propietario de gran parte de la tierra, impone cuotas de siembra y cosecha: incumplirlas puede resultar en castigos, perdida de trabajo o plazas de estudio, acusaciones criminales o perdida del derecho de arrendamiento sobre la tierra.

Elena Urleava, líder de Human Rights Alliance of Uzbekistan opina que “hasta que el gobierno de Uzbekistán no deje de emplear el trabajo forzado, las compañías que hacen negocios con la industria algodonera de Uzbekistán, como Indorama, no podrán garantizar los Derechos Humanos fundamentales o los estándares laborales de la Corporación Financiera Internacional (IFC)”.

Denuncias en China

China produce el 20% del algodón mundial con un 80% concentrado en la provincia de Sinkiang. Allí, habitan más de 11 millones de musulmanes uigur, pero alrededor de 1.8 millones de personas han sido detenidas. El World Uighur Congress (WUC) y el Global Legal Action Network (GLAN), afirman que estas personas son llevadas a instalaciones de detención para ser adoctrinados y forzados a trabajar en los cultivos de algodón o en las plantas de hilandería. El Investor Alliance for Human Rights describe esta región como “un ambiente de alto riesgo”.

Uyghur Human Rights Project hizo pública una petición para que empresas del sector moda no continúen fomentando el trabajo forzado por medio de la adquisición de fibra y telas de algodón. Entre las marcas señaladas se encuentran Abercrombie & Fitch, Adidas, Amazon, Calvin Klein, Gap, H&M, Nike, Victoria's Secret y Zara. Se estima que una de cada cinco prendas de algodón vendidas en el mundo contiene algodón o hilo proveniente de Sinkiang.

Better Cotton Initiative (BCI) suspendió la certificación de la cosecha y producción 2020/21 y Eco Textile News afirmó que las compañías con negocios en la región están en “alto riesgo de causar, contribuir o estar directamente relacionados con un impacto negativo actual o potencial contra los Derechos Humanos.” El portal, basado en un reporte, concluyó en su momento, que el gobierno chino estaba involucrado en las violaciones de Derechos Humanos al permitir el trabajo forzado, la carencia de transparencia y “la inhabilidad de implementar auditorias creíbles”.

¿Qué hacer?

La esclavitud moderna es el resultado de una cadena de suministro de un sector no transparente. Para el Centre for Sustainable Fashion vivimos en un momento de fuerte inequidad: el mundo se aleja de una civilización que honra la vida humana hacia una donde cada vez hay más personas son sometidas al trabajo forzado.

En 7191 estamos convencidos de que si se puede construir un sistema trazable, transparente y respetuoso frente a las personas y nuestro Planeta. Por eso, apostamos por proveedores nacionales e internacionales que compartan nuestros valores y hayan comenzado a trazar su cadena de suministro.

En el caso de Bergman Rivera, son ellos mismos quienes cultivan su algodón con certificación de Global Organic Textile Standard (GOTS) y de la Organización Mundial del Comercio Justo (WFTO) o Fabricato, quien compra algodón cultivado en Colombia y Estados Unidos, con altos estándares de calidad y de cumplimiento de las normativas frente a los cultivadores.

Ser trazable y transparente en una industria tan compleja no es tarea fácil, pero no imposible. En 7191, deseamos mejorar cada día en ofrecer prendas enfocadas en el bienestar de las personas y del Planeta, desde la semilla hasta incluirlas de nuevo en el ciclo productivo para ser parte de una economía circular.

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