Por José Zapata - cofundador de 7191
Podría decirse que no hay quien se resista al encanto y misticismo del resplandor de una vela, y aunque la mayoría de las personas las usan con fines decorativos, la vela ha sido un elemento que ha acompañado a la humanidad por miles de años en muchas ciencias.
Los primeros registros del uso de la vela lo tienen los egipcios, quienes fabricaban velas a base de grasa animal, posteriormente los griegos y los romanos las fabricaban con sebo que es también un tipo de grasa animal. En la Edad Media las velas eran fabricadas con cera de abeja, pero eran muy costosas y solo estaban al alcance de los más ricos. Fue sólo hasta el siglo XIX que las velas se empezaron a fabricar en masa, pudiendo llegar al público en general, y dándoles según las necesidades de cada quien, incontables usos hasta nuestros días.
En la actualidad las velas más comunes las podemos encontrar de cuatro tipos:
- Cera de abeja
- Cera de soya
- Parafina
- Gel
Las velas de cera de abeja y soya son de origen natural, se caracterizan por su aroma y por proporcionar una combustión limpia, libre de vapores y agentes tóxicos para la salud. Este tipo de vela es una opción un poco más costosa pero más saludable y amigable con la salud y el planeta.
Las velas de parafina y gel están hechas de sustancias derivadas del petróleo, son muy populares por ser económicas y porque su combustión puede durar más tiempo, aunque en este proceso se liberan sustancias y químicos que pueden ocasionar daños a la salud como cáncer.
Así pues, cualquiera que sea el uso que quieras darle a tu próxima vela, recuerda que en tus manos está el bienestar de los tuyos y del planeta.
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